viernes, 6 de agosto de 2010

PETICIÖN AL SEÑOR


Hay un dolor en mi mente
en mi corazón marchito,
un dolor que es inaudito
cuando Dios está presente.
Pero late e insistente
daña mi alma esta pena,
nada puede hacerla ajena
porque cala muy profundo
este dolor iracundo
que es peor que una condena.

He sufrido enhorabuena
no solo la enfermedad,
he llorado de verdad
hoy atada a una cadena.
Cárcel por dolor de hiena
que agazapa mi sentir,
ya no deseo vivir
soportando tanto agravio,
y se torna el tiempo sabio
un insulto en devenir.

Suplico a Dios y al pedir
de su gracia compasión,
le entrego mi corazón
mi palabra, mi sufrir.
Si ya me cuesta existir,
si el amor me ha marginado,
para que hoy sigue atado
mi corazón a la vida
si yo vivo convencida
que el desamor ha ganado.

¡Oh Dios! que me has escuchado
que respondes oraciones,
escucha hoy mis razones
si no me has abandonado.
No permitas que el malvado
enemigo que me acecha,
siga sembrando cosecha
de veneno, allí en mis frutos
con métodos diminutos
que corroen una brecha.

Creo en ti, y hoy satisfecha,
de tu piedad me he nutrido
para llevar al olvido
cualquier equivoca flecha.
Y ante el desamor que techa,
mi portal, mi cuerpo humano,
te pido por el hermano
en Cristo que me traiciona,
y mi corazón perdona
todo aquel gesto inhumano.

Señor que vas de mi mano,
no me dejes decaer
ante el fiero proceder
que ofrece un ser muy malsano.
No permitas que un pagano,
o persona miserable,
hiera mi alma loable
a tu sagrada presencia
con la dura indiferencia
de un desamor despreciable.

Y por último Señor,
te suplico que la gloria
de tu gran misericordia
me cubra con todo amor.
Que tu redentor calor
se haga cargo de mis días,
que mis largas letanías
lleguen a ti con vehemencia
para que la indiferencia
se convierta en alegrías.